sábado, 29 de mayo de 2010

Los ataques neoliberales de ZP

Ante el brutal ataque neoliberal lanzado por el Gobierno contra las clases trabajadoras del Estado español .

Las clases trabajadoras del Estado español están siendo sometidas al peor ataque neoliberal del que se tiene recuerdo en mucho tiempo en el marco geográfico de la Europa Occidental, excepción hecha del actual caso griego. El gobierno de Zapatero se ha quitado definitivamente la careta y ha decidido aplicar sin ningún tipo de miramiento el manual básico del neoliberalismo, a través de la aprobación de una serie de medidas que deben ser analizadas en su conjunto y no de manera fragmentada. La intención de las clases dominantes no es otra que aprovecharse del momento histórico que estamos atravesando para implantar de manera definitiva el
neoliberalismo en el Estado, no ya como medidor y referente de las políticas económicas (cosa que viene sucediendo desde hace mucho tiempo), sino tejiendo su tela de araña en la estructura económica, jurídica, social y laboral del Estado, para que el Estado mismo quede atrapado en ella y no haya forma, ni ahora ni nunca, de sacárselo de encima. La situación es extremadamente grave, y, lo que es aún más preocupante, se está llevando a cabo ante las mismas narices de las clases trabajadoras sin que la mayoría de los integrantes de éstas se estén percatando de nada.

Al igual que ya ocurriese en América Latina en la década de los años 90 del siglo pasado, las clases burguesas dominantes aprovechan los periodos de crisis económica generalizada para imponer sus medidas neoliberales como supuestas vías para la salvación de las economías estatales, aunque, en realidad, en ningún país del mundo tales medidas hayan dado resultado beneficioso alguno para las economías estatales, sino, más bien, todo lo contrario. La actual crisis económica global es una buena muestra de ello. En realidad, con la aplicación de estas medidas, lo que las clases burguesas realmente pretenden es la profundización de su poder, el aumento de sus ganancias y la transformación de la estructura económica del Estado en favor de sus intereses, secuestrando de facto las economías de todos aquellos países donde son puestas en práctica, y desmantelando de paso los pocos logros en materia de derechos sociales y laborales que las luchas obreras hubiesen podido arrancar al poder burgués después de siglos de lucha de clases. El aumento de la desigualdad social, la concentración de la riqueza en manos de un porcentaje de la población cada vez más reducido, la caída en la calidad y cantidad de los servicios públicos y la pérdida de derechos sociales, son sólo algunas de las nefastas consecuencias directas que estas transformaciones neoliberales han generado en todos y cada uno de los países donde han sido impuestas. Ahora le ha tocado el turno al Estado español.

Primero fue el anuncio de un aumento de los impuestos indirectos -aquellos impuestos que son pagados por todos los consumidores/trabajadores por igual independientemente de su nivel de renta- y que entrará en vigencia el próximo mes con la anunciada subida del IVA. Luego nos llegó el anuncio de que el Gobierno estaba planteando una reforma en el sistema de pensiones, entre cuyas medidas se incluía el aumento de la edad de jubilación o nuevas fórmulas para reducir a la baja el cálculo del valor de las pensiones. Posteriormente nos llegó el paquete de medidas para el recorte del gasto público anunciado por Zapatero la semana pasada, en el cual, entre otras cosas, se reduce el sueldo de los funcionarios, se congela la cuantía de las pensiones y se reduce la ayuda al desarrollo. Pocos días después, el FMI imponía al Gobierno la necesidad urgente de llevar a cabo una reforma laboral y una reforma fiscal, con todo lo que ello implica en el manual de prácticas neoliberales: abaratamiento del coste del despido, nuevas fórmulas contractuales para fomentar el trabajo precario, reducción de la presión fiscal sobre las grandes fortunas, aumento de la misma a las clases trabajadoras, etc. Ahora, la Ministra de Sanidad nos ha anunciado que el Gobierno abre la puerta al sistema del “copago” en la sanidad pública, como antes le había llegado ya el turno a la educación con la implantación del Plan Bolonia y las diversas reformas educativas llevadas a cabo en los últimos años, tanto a nivel universitario como de enseñanza primaria y secundaria, que han convertido el sistema educativo en un aspirador de dinero público para ponerlo al servicio de empresas y multinacionales.

A la espera de que todas estas medidas aprobadas y/o anunciadas por el Gobierno español vayan entrando en vigor, la situación es clara: las clases trabajadoras están sufriendo un ataque sin precedentes que pretende implantar de manera definitiva e irreversible el neoliberalismo en el Estado. Lo que se está jugando ahora es una partida de ajedrez de consecuencias históricas. Las clases burguesas dominantes están tratando de llevar a cabo su particular revolución neoliberal para apoderarse plenamente del Estado, anulando incluso los pocos espacios que hasta ahora han servido para hacer de contrapeso al poder burgués ya instaurado. Es un desafío de connotaciones históricas ante el que las clases trabajadoras estamos obligadas a dar una respuesta igualmente histórica, o acabaremos por perder lo poco que habíamos conseguido ganar hasta ahora tras siglos de luchas populares. El neoliberalismo es la respuesta del gran capital a la profunda crisis que su sistema recurrentemente origina: más y más explotación y beneficios a costa de depauperar a capas cada vez más amplias de población trabajadora. Así debe ser visto, así debe ser analizado, y así debe ser entendido y difundido el momento histórico que estamos atravesando, es decir, como un brutal ataque neoliberal contra los derechos e intereses de las clases trabajadoras, diseminado en propuestas diversas pero con un objetivo común, que no es otro que el mencionado con anterioridad: apoderarse del Estado y su estructura económica en su totalidad.

Es por ello que quiero denunciar y repudiar este brutal ataque neoliberal que están sufriendo las clases trabajadoras del Estado español, haciendo hincapié en el hecho de que se debe dar una lectura conjunta a todas las medidas aprobadas y/o anunciadas por el Gobierno de Zapatero en los últimos meses, como parte de un plan cuyo objetivo no es otro que apoderarse de todos los resquicios del poder político y económico, laboral y social, que se puedan desprender del Estado. Pensamos, pues, que los medios de contrainformación debemos realizar un análisis global de la situación y no una mera denuncia segmentada de las diferentes medidas adoptadas desde el poder político. La clase trabajadora debe tomar consciencia de la gravedad del ataque neoliberal que venimos sufriendo, y para ello creemos que es necesario que se adopte un análisis global del mismo, no una mera denuncia segmentada de sus diferentes ramificaciones, como venía siendo lo habitual hasta el momento, incluso entre los propios medios alternativos.

Separar, por ejemplo, el anunciado aumento del IVA del paquete de medidas de ajuste del gasto público presentadas la semana pasada, la reforma laboral de la reforma fiscal, o la reforma sanitaria de la educativa, entender cualquiera de estas medias como independiente o no vinculada directamente con cualquiera de las otras, ahora mismo no es otra cosa que hacerle el juego al discurso oficial que pretende segmentar las luchas de resistencia a estos cambios, impidiendo así el desarrollo de la consciencia de clase entre los diversos colectivos de las clases trabajadoras afectados directamente por cualquiera de ellos. Todas estas medidas, lejos de representar medidas coyunturales, son parte de un mismo plan de “ajuste estructural”, y todos los que nos enfrentamos a ellas -sea desde el ámbito anticapitalista que sea- debemos tratar de unir nuestros esfuerzos, si queremos realmente tener una mínima esperanza de salir victoriosos en la resistencia frente a los cambios que nos quieren imponer.

La reforma neoliberal en materia de normativa laboral, la reforma fiscal, la reforma en el sistema de pensiones, en la sanidad pública o el sistema educativo, no son en absoluto medidas coyunturales que el Gobierno apruebe de manera transitoria para salir al paso de la actual crisis económica global, sino que son reformas que afectan a la estructura política, económica, social y laboral misma del Estado, y cuya duración se prolongará en el tiempo durante varias generaciones, si no de manera definitiva. El desafío de la burguesía (nativa y extranjera) contra las clases trabajadoras del Estado Español está lanzado, y su éxito dependerá, por supuesto, de la mayor o menor resistencia que éstas puedan oponer a la implantación del nuevo modelo de Estado neoliberal que se está gestando, un modelo de Estado absolutamente lesivo para sus intereses como clase trabajadora, mucho más lesivo incluso que el actual modelo burgués fundamentado en el conocido como “Estado del bienestar”.

Si queremos avanzar hacia un sistema de igualdad, equidad y libertad, no podemos permitir que el Estado retroceda justamente hacia el otro extremo: el neoliberalismo más salvaje y despótico. No nos conformamos con el Estado del Bienestar, pero tampoco vamos a permitir que los capitalistas se apropien y desmantelen los pocos derechos civiles, políticos, sociales, económicos y laborales que hasta la fecha los movimientos sociales han conseguido arrancar de las manos del poder económico tras décadas, tras siglos de luchas.

Es hora, pues, de trabajar por una movilización general contundente, amplia y sostenida, que enfrente resueltamente los brutales planes neoliberales puestos en marcha tanto en el Estado español como a escala europea, abriendo con ello posibilidades de reorganización de los movimientos sociales en la perspectiva de avanzar hacia otro modelo de sociedad no capitalista más justa y equitativa para todos y todas. La Huelga General debe ser, en nuestra opinión, el primer paso, y para ello nada como tomar conciencia de que nos estamos enfrentando ante un desafío histórico al que obligatoriamente tenemos que dar una respuesta desde la unidad y desde una visión de conjunto del brutal ataque que estamos sufriendo de manos del neoliberalismo y su gobierno de turno.

Sabemos que no serán las organizaciones sindicales burocráticas aliadas al poder, y traidoras de la clase obrera, como la aristocracia obrera del sindicato Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de Trabajadores (UGT), quienes lo hagan. Es el momento de la batalla, de que el campo popular organizado, a través de los partidos políticos de la izquierda real, los sindicatos combativos y los movimientos sociales, tome las calles y los espacios públicos. Es hora de hacerles saber que el poder y la soberanía residen verdaderamente en el pueblo.
¡Huelga general ya! ¡Viva el pueblo trabajador!